La creencia irracional en lo racional

578423_518533071496400_1784441023_nMuchos de los que vivimos en este país, o cualquier otro de occidente, no tenemos ni idea de cómo se produce energía en las centrales nucleares. Podemos vivir con ello y no nos preocupa lo más mínimo porque alguien sí que lo sabe. Lo mismo se puede decir sobre nuestros conocimientos acerca del funcionamiento de un coche —los míos son escasos y los pocos de los que dispongo provienen de la intuición— o de cómo es posible que un ordenador haga lo que le pedimos (dentro de sus posibilidades, claro).

Son expertos, científicos, profesionales especialistas, técnicos, los y las que se encargan de dar las explicaciones pertinentes ante un problema con estos sistemas de conocimiento, ellos y ellas son los poseedores de la verdad casi en exclusiva. Los demás ni nos preocupamos en averiguar algo más sobre ella. Tenemos una fe ciega en la ciencia, es la creencia irracional en lo racional.

Hoy leo en un periódico que un jurista de la asociación de psicólogos del Golfo Pérsico ha justificado lo poco recomendable que es la tarea de conducir para las mujeres. No lo ha dicho ninguna figura divina ni sus argumentos están basados en la tradición. La perorata es pura racionalidad, esta es la cita extraida del diario El País:

«Si una mujer conduce un coche sin que sea absolutamente necesario podría sufrir impactos psicológicos negativos, toda vez que hay estudios médicos fisiológicos y funcionales que demuestran que la conducción afecta automáticamente a los ovarios y presiona la pelvis hacia arriba». «Por eso encontramos que aquellas que conducen habitualmente tienen niños con problemas clínicos de diferentes niveles»

Estas declaraciones se han producido en un contexto determinado. Un grupo de activistas ha iniciado una campaña en favor de los derechos y libertades de las mujeres en Arabaia Saudí. El 26 de octubre está previsto que tenga lugar un acto de protesta ante la prohibición de conducir para las mujeres en el que la organización anima a las mujeres a ponerse delante del volante. Hasta ahora, las mujeres no tienen prohibido conducir aunque les está vedada la posibilidad de sacarse el carné.

La libertad y la igualdad son valores (occidentalmente universales), son preceptos morales y éticos, por tanto, convenciones sociales. La ciencia, apoyada en la razón, tiene como fin último llegar a la verdad del porqué de las cosas que pasan. Cómo podemos distinguir lo que conviene a una sociedad, al interés general, sin dejarnos llevar por las etiquetas, si no tenemos los conocimientos científicos ni éticos correspondientes, si lo aceptamos todo a pies juntillas.

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