El año del confinamiento

Este año no lo olvidaremos nadie durante la vida que nos quede. Ni la nueva década que comenzará en enero. El mundo occidental se enfrenta a una situación complicada que ya está alterando nuestro modo de vida. Es inútil que perdamos el tiempo en autoconvencernos de que el SARS-CoV2 no existe o que es un invento de las élites. O lo que es peor, que la acción de las vacunas nos devolverá en pocos meses a diciembre de 2019. No soy tan optimista.

Desde luego, no va a ser el fin de la humanidad. Pero sí la época de un cambio en nuestras ideas de cómo será el futuro. Todas las pesadillas que viven los y las que habitan en países abocados a la más miserable de las condiciones de vida, las estamos sufriendo en toda nuestra existencia. La única diferencia es que no podemos huir, como ahora ellos tampoco. A ver cuánto tardamos en perder los nervios.

Este ha sido un buen año aunque me va tocar volver al taller para que me reparen. Este año, si todo va bien, volveré a promocionar en el trabajo. Y espero, también, poder dedicarme a escribir para publicar.

Las cenas de Nochebuena, la sensibilidad y la finura de la piel

Noches como la de esta noche son para liarla parda. Me explico: se junta la familia y es imposible que los cuñados de turno no se reten a ver quién la suelta más gorda. Veo los anuncios de televisión en las que se nos presentan entrañables escenas familiares y no puedo más que echarme a reír. O a temblar ante tanta dicha, artificiosa, repipi y ñoña. Nuestra naturaleza es combativa, afín al conflicto y a imponer nuestra razón a grito pelado.

colau_monarquia

Un simple titular de un diario, como el que se puede ver encima de estas líneas, puede servir de excusa para que nos demos cera a base de bien mascando una pierna de cordero y remojando el gaznate con vinacho. Ada Colau dice que la monarquía no sirve para nada. Si tenemos en cuenta que en este país nos dividimos entre los que somos republicanos y los que consideran que una monarquía es lo que Dios ha querido para la gente de bien, ya tenemos excusa para pasar una Nochebuena calentita.

Y si la figura del monarca —insulsa, plana y gris— no es capaz de encender nuestros ánimos —maltratado por el dineral derrochado en estas últimas semanas— el recurso al Procés es infalible. Ya lo dijo el político cornellanense Joan Tardà: en las familias catalanas este asunto está provocando tensiones. Me atrevo a decir que el político catalán sobrestima la importancia de este fenómeno político en la vida familiar: no necesitamos tanto para discutir y retirarnos la palabra si hiciese falta.

De hecho, y de cara al rato que vamos a pasar juntos en una más que discutible armonía familiar, otro periódico nos da unas recomendaciones en aras de la buena convivencia: no hacernos demasiadas ilusiones con los regalos que nos hagan los demás, que tengamos cuidado con el alcohol porque anima a que se nos vaya la lengua y nada de chismorreos.

En definitiva, mucha suerte para esta noche.

Un año cargado de proyectos

Sigo dedicándole poco tiempo a este espacio de reflexión. Cada año no hay ocasión en la que me pregunte si vale la pena mantenerlo. Siempre termino por decidir que sí, además completamente decidido y con la firme pretensión de ocuparme más de 20lineas.

Como cada año por estas fechas aprovecho para reflexionar sobre cómo me ha ido el año. No me voy a extender, solo decir que he podido conseguir uno de los objetivos vitales más anhelados por mi. He conseguido un contrato a jornada completa en la Universidad de Alicante, lo que significa que mi futuro profesional va a estar dedicado a la docencia y a la investigación, espero que hasta el día que me retire.

Desde que comencé mi andadura universitaria, el mes que viene hará dos años, he trabajado con constancia, sin pausa, aceptando los retos que se me proponían desde el departamento. También, he realizado trabajos importantes con mi asociación. En ambos casos, me he sentido muy a gusto con las responsabilidades que se me han encomendado. He aprendido mucho de la coordinación de proyectos y espero afrontar nuevos retos a partir de mañana en este ámbito profesional tan apasionante.

Me gustaría terminar este repaso a 2017 recordando a una buena amiga que nos ha dejado. Después de muchos años luchando por vencer a su enfermedad, nos dejó el pasado mes de octubre.

Solo me queda pedirle al año que está a punto de comenzar que sea, por lo menos, como el que vamos a dejar. Y poder seguir mejorando mi inglés. 2018 se presume cargado de proyectos y nuevas experiencias. Feliz año a tod@s.

Contraponiendo etiquetas

Uno de los objetivos de la publicidad es dejar huella. Por definición. El anuncio que no se recuerda no ha cumplido con su función. Quien se dedica a hacer propaganda -me refiero al que tiene la idea, no al que la paga- utiliza diferentes recursos para conseguir llegar al público objetivo. La fórmula para hacer inmortal el mensaje y, por tanto, el producto que se intenta vender.

Uno de los recursos de manual durante estas fechas es el transmitir, a través de imágenes y textos, valores como la concordia, el buen rollo pasteloso y el fraternal entendimiento ñoño y cursi. Al fin y al cabo, eso es la Navidad, según los centros comerciales y nuestra abuela. Pues bien, hoy me he tenido que tragar un anuncio que ha cumplido su función, al menos conmigo: no me ha dejado indiferente. Es más, he sentido que me toman el pelo.

La ordenante del espacio publicitario es una empresa cárnica que goza de gran popularidad. El lector/a lo reconocerá porque se pasa los cuatro minutos que dura la pieza contraponiendo etiquetas que identifican a otras tantas personas: rojo/fascista; antitaurino/taurino; antidisturbios/manifestante; carnívoro/vegetariano; bético/sevillista; casta/podemita; ateo/creyente y, esta es buena, españolista/independentista.

Y sí, es una tomadura de pelo en toda regla. Es como si en lugar de publicistas, los de la cárnica hubiesen contratado a cualquiera de los contertulios que tiene el PP de gira por las televisiones, radios y periódicos. Al final, solo es cuestión de buena voluntad que los demócratas se avengan a razones con los que derrocaron un régimen democrático, que los nacionalistas periféricos reconozcan su maldad ante los defensores de una patria única, grande y libre o que las desigualdades se solucionen retozando en la cama.

Es lo que tienen los poderes fácticos: no se paran ante nada ni nadie. Aunque, creo que sí les ha dado miedo aleccionarnos sobre otra contraposición de etiquetas que están construyendo a conciencia: la bipolaridad feminismo/machismo. La lección moralizadora sería la misma de siempre: los extremos son malos. Lo normal, lo virtuoso, es estar en medio, ser moderado.

Sin embargo, tengo un anuncio favorito para esta Navidad. Es el que nos invita a adquirir un sentador de madres. El spot lo podéis ver al inicio de esta entrada.

Tan real como la vida misma

portada tesis (2)Un año más, viviendo nuevas experiencias. Excitantes retos que llegan. Hoy es un día especial, como lo ha sido este año que estamos dejando. Cambios laborales y un objetivo personal alcanzado. La vida, mientras la salud lo permita, es una interminable sucesión de metas. Una vez alcanzadas unas, llegan otras que no son posibles sin las anteriores.

Después de un año en el que casi no he visto la calle, he terminado la tesis doctoral. Estoy contento, ha sido duro. No espero más recompensa que la satisfacción personal. Es verdad que desearía sacarle partido. Me gusta investigar, me interesa profundamente el tema en el que he trabajado —la democracia— y quiero saber más. Pero sólo el tiempo dirá si es posible.

Comenzar la tesis doctoral y terminarla no ha sido sencillo para mi. Podría decir que el tiempo dedicado al trabajo es un obstáculo, que la propia vida es un impedimento para avanzar con mayor rapidez. No es así, es un aprendizaje que, en mi caso, ha llevado mucho tiempo. Nunca pensé en abandonar pero si que he dado muchos rodeos.

En mis primeras intentonas quise que la tesis fuera la investigación de mi vida. Después, que fuese innovadora, original, lo nunca visto. Leí mucho, empleé mucho tiempo e ilusiones. También muchas decepciones, incluso estrés y ansiedad. Recibí buenos consejos. Los necesitaba. Son necesarios para identificar mis limitaciones y aprender a aceptarlas.

A pesar de todo, no recuerdo haber pensado un solo día en dejarlo. Orgullo, cabezonería, obstinación… seguro. También las ganas de acabar con lo empezado, de reafirmar el ego que todos tenemos. Quizá una manera de demostrarme que me gusta ser yo mismo.

No puedo olvidar a las personas que me han apoyado siempre. En este y en otros proyectos. Mi padre, Liberto, y mi madre, Loli. Estoy muy orgulloso de ellos, me han ayudado en todo lo que me he propuesto porque simplemente pensaban, sin saberlo con certeza, que el resultado sería bueno para mi. Simplemente porque yo se lo decía. Mis hermanos —Javier e Irene— también han creído en mi. Qué más se puede pedir.

Marta, mi mujer, además de su sentimiento, ha puesto su viva inteligencia en esta tesis. Es cierto que la he empezado y la he terminado yo. Sin embargo, ella le ha puesto el alma a la investigación. Y el color. Hemos debatido, discutido y combatido, sobre múltiples aspectos de la vida. Lo ha hecho sin complejos, con seny y con pasión, y me ha ayudado más de lo que cree a trabajar en este proyecto. Desde luego, sin ella, esta tesis no hubiera sido así.

Mi compañero, colega, y sin embargo amigo, Caco, me dio el último empujón. También le debo mucho. Es una persona que se preocupa por sus amigos, y por ello sé que lo es de mi. Ha sido el director de este proyecto. Me ha dado buenos consejos, expertos e inteligentes, y con su ayuda llegué a la meta. Tampoco puedo olvidar a Juan y a María, siempre pendientes e interesados en la marcha del proyecto. Ni a Manolo, que se doctorará quince días antes que yo. Estoy muy orgulloso de ellos.

También quiero tener unas palabras de agradecimiento hacia otro buen amigo mío, José Tomás. El mundo de los adultos es injusto. Con él me regodeé en la imaginación sociológica, cómo nos gustaba esto. Fue el primer director de tesis que tuve. No funcioné bien con él. Pero fue el primero en darme buenos consejos.

2016 se presenta apasionante. Espero seguir contándolo en este blog. Ese es mi propósito. Nunca se me ha pasado por la cabeza dejarlo.

La buena ventura

Hoy es el último día del año y no quisiera acabar 2014 sin dar señales de vida. De hecho, la última ocasión en que escribí algunas líneas fue justamente hace seis meses. No me he olvidado de este modesto espacio para la expresión, algunos compromisos me han absorbido por completo, entre ellos la dichosa tesis doctoral que espero acabar más pronto que tarde y, espero, que ese tarde no sea más allá que el próximo verano.

Un día como el de hoy se presta para hacer balance de la temporada y para mirar con ilusionantes expectativas hacia el futuro, no gracias al panorama político, económico y social precisamente. Espero que la salud nos respete a todos y todas para poder llevar a cabo los mil proyectos en los que estoy siempre metido y a los que les gusta alimentar mi perpetua sensación del que mucho abarca poco aprieta. Al menos mis esfuerzos, creo, tienen como objetivo mejorar la minúscula parcela que me rodea, siempre en la medida de mis limitadas posibilidades y capacidades.

Como balance de este blog diré que la entrada más vista de este año fue la que lleva por título Sobre la solidaridad entre especies y el buen vivir, lo que hace sentirme especialmente feliz por varios motivos. El primero, porque me ha gustado que a muchos lectores y lectoras les haya creado curiosidad un tema cuyo planteamiento es vital en cualquier diagnóstico de la realidad, la relación del ser humano con la naturaleza y su papel en el bienestar de las sociedades y la paz.

Segundo, por que es un texto basado en un artículo que ha escrito uno de mis mejores amigos para el que quiero mandar un abrazo muy fuerte desde este foro.

Y poco más, desear a mi familia, a los lectores, lectoras y visitantes de este blog y a mis amigos y amigas que el año 2015 les sea venturoso.

Besos y abrazos

Participar, influir y la mercantilización de la vida

media markt

Empiezo con una pregunta: ¿participar es influir en la esfera política? Veamos pues. Leo en un artículo que los consumidores hacemos política al adquirir bienes y servicios, de tal forma que ciertos grupos de compradores actuando de forma conjunta conformarían una consumocracia. Como ejemplo de este fenómeno habla de actividades tales como el boycott y el buycott.

El primero, el boycott (o boicot), es ampliamente conocido: dejamos de comprar algo porque ese bien es producido por una empresa que contraviene algún valor social que defiende el consumidor que realiza dicha práctica. O, para que nos entendamos todos, que dicha mercantil resida en un territorio cuya élite política ha hecho enfadar a otra con la que mantiene un conflicto, como en el caso del boicot a los productos catalanes.

El buycott es, precisamente, lo contrario. Compramos un bien o servicio porque defiende o promueve un valor que nos resulta interesante y que compartimos con el productor ya sea porque nos lo cuentan en un mensaje publicitario o llega al consumidor a través de alquien que le influye. Un buen ejemplo lo constituye la actividad conocida como comercio justo, que, a pesar de la crisis, goza de muy buena salud.

Algunas empresas prefieren no enfadar a sus clientes, o potenciales clientes, para no arriesgarse a sufrir un boycott o tirar a la basura los miles de millones que cuesta crear una imagen positiva de marca. Para ello evitan que se les asocie con conductas socialmente reprobables como, por ejemplo, que un jugador de fútbol le dé un mordisco a otro, o que un programa de televisión entreviste a cambio de dinero al familiar de un imputado en caso de asesinato.

Participar en política es una acción expresiva o instrumental que tiene como objetivo la definición colectiva del bien común. Influir es el producto de la relación de poder que ejerce una parte sobre otra. Participar e influir son conceptos complementarios y no significan lo mismo. Para definir el bien común es necesaria la influencia pero actuar a través del mercado para cambiar las cosas en política no parece el camino más efectivo para el común de los mortales.

Sin embargo los mercados tienen la capacidad de influir sobre los gobiernos y lo hacen de forma habitual. En España, por ejemplo, tenemos la reforma constitucional para hacer constar en la Carta Magna el principio de estabilidad presupuestaria. También tenemos constancia de una situación análoga en lo que el colectivo de los técnicos de Hacienda no ha dudado en calificar como un regalo de los contribuyentes a los bancos de 6.000 millones de euros por mor de la reciente reforma fiscal.

No obstante, el estado sí que utiliza su capacidad para influir para que los contribuyentes hagan política al más puro estilo consumerista. En el siguiente spot publicitario la Agencia Tributaria apela al poder de los consumidores para salvar el depauperado e incompleto estado de bienestar que todavía le queda a españoles y españolas.

Y todavía no nos hemos puesto serios de verdad. En Australia y Nueva Zelanda limitan a los señores y señoras con problemas de sobrepeso, siempre y cuando sean extranjeros, la estancia en dichos territorios. En este caso, consumir demasiada comida puede minar la economía del estado, según dicen en el video que está aquí abajo.

Dicen que la desigualdad —medida en términos del índice de Gini— en este país se ha incrementado en los últimos años. ¿Soluciones? la educación que, por cierto, puede convertirse en un nuevo nicho de consumo si el actual gobierno finalmente acuerda acabar con la financiación de los estudios universitarios con becas para abrir la participación bancaria en estos menesteres a través de la vía crediticia.

Sanidad, pensiones, educación …, de ciudadanos con derechos a consumidores con capacidad de influir como eufemismo de la participación política. Como diría el del anuncio: yo no soy tonto. Ya les vale.

Sobre los mensajes radicales

Escucho últimamente con más frecuencia de la habitual —al menos a mi me lo parece— en diferentes medios de comunicación, principalmente en las tertulias de televisión y radiofónicas, descalificar como radical o extremista ciertas ideas políticas, incluso utilizando la violencia verbal sin complejo ni medida alguna.

Me ha picado la curiosidad y he buscado lo que dice la Encuesta Social Europea sobre este asunto, si la ciudadanía piensa que es bueno para la democracia, en general, que cualquiera pueda expresarse libremente, aún con discursos que pudiesen ser adjetivados como radicales, o sí, por el contrario, debería evitarse de alguna forma que este tipo de ideas pudiesen circular libremente. Estos son los datos comparados para los países de la Unión Europea correspondientes a la oleada del año 2012.

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Los países nórdicos son los más permisivos en estas lides junto con España y los más «controladores» son los de la Europa del Este. En un término medio se sitúan los estados de la Europa central. Me hubiera gustado contar con los datos de Francia pero no los da la encuesta. Una observación más: a saber qué se entiende en cada país por idea radical. Aquí, en el nuevo Reino, los medios de comunicación nos lo dejan muy claro todos los días.

Participación con la mirada puesta en las elecciones europeas

mapa_puntuacion_participacion_ue_2012

Cuando hablamos de participación en política existen diferentes formas de entenderla. Para muchos ésta se limita a depositar el voto en una urna. Para unos pocos se trata de un concepto más amplio que conlleva desde implicarse en las actividades de una asociación de vecinos hasta participar en procesos deliberativos para la toma de decisiones sobre asuntos que atañen a una comunidad. Los expertos dicen que la participación política es la acción colectiva, expresiva o instrumental, orientada a la definición del bien común.

En el mapa de la Unión Europea con el que comienzo esta entrada he organizado a los distintos países por colores. A cada uno le corresponde un intérvalo de puntuaciones en el factor participación política según las mediciones del Economist Intelligent Unit (EIU). Los más participativos están localizados en color verde y los menos están señalados en rojo. En medio, los tonos amarillos y anaranjados.

Implicación, intensidad e influencia son tres aspectos que definen la participación en política. Cualquier tipo de acción en este sentido puede ser valorada desde estos tres ejes de análisis. Por ejemplo, tomar parte en una manifestación tienen un grado de implicación e intensidad mayor que votar en unas elecciones aunque, posiblemente, cuente con menor capacidad de influir en la elección de un candidato que depositar el voto en una urna.

En la investigación sobre la democracia, la participación es un factor importante para definir índices cuantitativos que representen la experiencia democrática en un estado. Este es el caso del Índice de Democracia (DEM) del que ya hablé recientemente. Para sus creadores, el EIU, la participación es un factor formado por ocho indicadores, a saber:

  • La participación en elecciones políticas
  • La representación de minorias poblacionales en los procesos políticos
  • La proporción de mujeres en el Parlamento
  • La militancia de la población en partidos políticos y ONG
  • El interés de la población en política
  • El seguimiento de las noticias que aparecen en los medios de comunicación sobre política
  • La participación de la población en manifestaciones legales
  • La promoción por parte del poder político de la participación política entre la población
  • La tasa de alfabetización

Teniendo estos indicadores en cuenta, el factor denominado participación forma parte de un grupo de cinco que determinan el mencionado DEM. La pregunta que nos haríamos a continuación sería la siguiente: qué significa la participación en el marco de la Unión Europea (UE), qué valores alcanza en realación al resto de factores y qué comportamiento ha tenido en el periodo que dura el estudio (2006-2012). Eso si tomamos una perspectiva global para el conjunto de la UE aunque también es intersante conocer sus particularidades tomando como unidad de análisis la variable país.

Echando un vistazo general a los datos, podemos decir que la participación es la hermana pobre dentro del conjunto de factores analizados. Tanto en el año 2006 como en 2012, el factor participación es el que menores valores alcanza. La media para el conjunto de los 27 estados que forman la UE es de 64,6 puntos en 2012 y de 68,2 en 2006. Además, como muestran las cifras, se ha producido un retroceso en los registros referidos a la participación.
//docs.google.com/spreadsheets/d/1Z5rMUC6Rk1J6dDeh50trjdg880gR0XXqCXBhIrhG-pI/gviz/chartiframe?oid=1744758042//docs.google.com/spreadsheets/d/1Z5rMUC6Rk1J6dDeh50trjdg880gR0XXqCXBhIrhG-pI/gviz/chartiframe?oid=2045718814

Si comparamos el DEM con el valor medio que alcanza la participación en el año 2006, vemos que este factor se encuentra a una distancia (aritmética) de 13,41 puntos. En el año 2012 esa diferencia es mayor: 14,71 puntos. Es cierto que este indicador es sensible al deterioro generalizado de todos los factores y castiga a los países que han demostrado una mejoría en este factor o han conseguido no empeorarlos. En el primer grupo encontramos a países como Eslovenia (+5,5), Italia (+5,6), Portugal (+5,6) y Reino Unido (+11,1).

Los estados que consiguen no empeorar la situación con respecto a 2006 son España, Austria, Dinamarca, Estonia, Francia, Grecia y Polonia. El resto de países pierden puntos siendo el caso más llamativo el de Rumanía que en 2012 ve mermado este factor en 16,7 puntos. Suecia, que en 2006 marcaba 100 puntos en este apartado, vio reducidó el índice de participación en 5,6 puntos en las mediciones de 2012.

//docs.google.com/spreadsheets/d/1Z5rMUC6Rk1J6dDeh50trjdg880gR0XXqCXBhIrhG-pI/gviz/chartiframe?oid=1284114146
En el siguiente gráfico podemos ver en colores y tamaños de las superficies de la retícula el panorama en el año 2012 de la participación política en la UE, según los datos de la tabla arriba expuesta. Pasando el ratón por encima de las casillas el gráfico informa sobre el país y el índice del factor participación elaborado por la UIE.
http://public.tableausoftware.com/javascripts/api/viz_v1.js

Sheet 3

 

Las causas de esta situación son múltiples. La crisis económica ha afectado a indicadores que necesitan importantes inversiones por parte de los gobiernos, ahora más pendientes de paliar los efectos de la desigualdad económica a través de parches y de jalear la mejoría cuantitativa de algunas magnitudes económicas que de promover aspectos como la integración, el empoderamiento de la ciudadanía o los procesos de democracia participativa.

Existe interrelación entre los factores que componen el DEM. Los procesos electorales, las libertades civiles, la cultura política y el funcionamiento del gobierno influyen sobre la participación. Parece evidente que un empeoramiento en el funcionamiento del gobierno puede llevar al desencanto y a la desmotivación y, por tanto, a la abstención en unos comicios. Un recorte de las libertades civiles hace más difícil participar en manifestaciones como también lo es hacer de éstas un hecho excepcional o que el gobierno de turno las considere abiertamente molestas.

Finalmente, puede ser interesante revisar la composición de este índice desde la perspectiva de la participación. En esta entrada avancé que Jesús de Miguel y Santiago Martínez-Dordella exponen en un artículo la idoneidad de realizar dicha tarea. Los expertos proponen un sistema de ponderaciones que otorguen diferente peso a los factores en juego y que represente con mayor exactitud la realidad.

Es posible que este esfuerzo no sea suficiente. El índice define un modelo democrático muy concreto, el liberal-representantivo, y deja fuera de la medición indicadores que, en el caso de la participación, puede resultar interesantes y generar otra visión de la democracia. Este tema será objeto de otra entrega.

La Union Europea y sus democracias

c-8_curs_drets_socials-cartell-esQue la Unión Europea es un supraorganismo todavía por definir y que está compuesto por una pasta heterogenea y resistente a la homegeneidad es algo que sabemos bien. Un buen ejemplo lo tenemos cuando en los medios de comunicación y los políticos hablan de las ‘Europas’ de dos, de tres, y de hasta de cuatro velocidades cuando se habla de economía. Todos somos europeos pero algunos más que otros.

¿Y en lo democrático? Pues más de lo mismo aunque no se haga tanto hincapié en los medios de comuncación como en el caso de la economía. De la misma manera que se puede hacer un ranking ordenando países de mayor a menor PIB, tasas de desempleo o la prima de riesgo, también se puede establecer una clasificación según las características de su sistema político, en el que la democracia sería el ideal a seguir y el estado autoritario y totalitario el modelo del que alejarse.

Partamos de la base que poner un número a nuestra experiencia democrática es discutible aunque, al menos, sirve para hacernos una idea de cómo están las cosas si realizamos un acto de fe y creemos que todo en esta vida es medible. Y lo mejor: podemos compararnos unos con otros —el primer paso para conocer, dicen— pero también para jerarquizar en torno a un ideal, ideológico, de lo que es una buena democracia.

Esto es lo que han hecho los investigadores británicos del Economist Intelligence Unit (EIU). Han elaborado un índice de democracia (DEM) sobre la base de sesenta indicadores agrupados en cinco factores, a saber: (1) proceso electoral; (2) funcionamiento del gobierno; (3) participación política; (4) cultura política democrática; y (5) libertades civiles.

La escala que sirve para situar a cada país en una escala numérica varía desde el valor 0 al 100, de tal forma que los países se clasifican en democracias completas (80-100); democracias en transición (60-79); regímenes mixtos (40-59); y regímenes autoritarios y totalitarios (0-39).

La crisis económica ha deteriorado la democracia, es un hecho constatable tomando como base esta investigación. Los 167 países arrojaron como índice medio en el año 2006, momento en el que nació el DEM, 55,2 puntos. En 2011 éste se vio reducido hasta los 54,9. No parece un gran retroceso pero ahí está el dato, sobre todo, porque la crisis sigue enquistada en buena parte del planeta.

Los sociólogos Jesús de Miguel y Santiago Martínez-Dordella recuerdan que durante los años 30 del siglo pasado, en el transcurso de la Gran Depresión, se pasó de 21 democracias en el mundo a 9. La crisis actual, o la Gran Recesión, no está teniendo el mismo efecto devastador pero si que existen muestras empíricas de que calidad democrática sí se está perdiendo.

Los datos referentes a los países de la Unión Europea arrojan, lógicamente, otras cifras. El índice promedio en 2011 es de 79,1 puntos y de 79,4 al año siguiente. Son cifras considerablemente más altas que las consideradas a escala planetaria pero inferiores a las alcanzadas en el año 2006 cuando las puntuaciones medias de los países de la UE estaban situadas en 81,67 puntos.

Según los datos aportados por la EIU y referidos al año 2012, la realidad democrática de la UE se puede entender de una manera sencilla estableciendo cuatro tramos distintos.

  • En el primero estarían situados los países que cuentan con una puntuación entre 90 y 100. Aquí tenemos a Suecia (97,3), Dinamarca (95,2), Finlandia (90,6) y Países Bajos (89,9).
  • En el segundo tramo (80-89 puntos), se encuentran Luxemburgo (88,8), Austria (86,2), Irlanda (85,2), Alemania (83,4), Malta (82,8), Reino Unido (82,1), República Checa (81,9), Bélgica (80,5) y España (80,2).
  • El tercer tramo agruparía a los países con puntuaciones medias entre 70 y 79. Aquí se ubican Portugal (79,2), Francia (78,8), Italia (77,4), Grecia (76,5), Estonia (76,1), Eslovaquia (73,5), Chipre (72,9), Lituania (72,4), Polonia (71,2) y Letonia (70,5).
  • Finalmente, en el furgón de cola, los países con una puntuación entre 60 y 69. Aquí se hallan Hungría (69,6), Croacia (69,3), Bulgaria (67,2) y Rumanía (65,4).

Los dos primdemocracy_indexeros grupos formarían parte de las denominadas democracias completas y estaría compuesto por países con una tradición del bienestar muy definida. Los países del grupo cabecero corresponderían al modelo nórdico del Estado de Bienestar y los del segundo a los denominados continental y liberal. España, dentro del modelo de bienestar mediterráneo forma la avanzadilla del modelo también conocido como solidario.

El tercer grupo estaría formado por países que responden al modelo de bienestar mediterráneo más una Francia que no llega a la altura de otras democracias en cuestiones tales como el funcionamiento del gobierno (71,4 puntos), la participación en la política de la ciudadanía (66,7) o la cultura política (75,0) si lo comparamos con un país como Alemania que en los mismos factores puntua 82,1 – 66,7 – 81,3 respectivamente.

Destacar que en el año 2006, estos países formaban parte del grupo de democracias plenas y que, posiblemente por efecto de la crisis hayan visto perder calidad democrática en mayor medida que países como España. Completan este grupo las tres repúblicas bálticas.

El cuarto grupo está copado por países del Este, con democracias claramente en transición y a las que la coyuntura no les está haciendo ningún favor para mejorar sus indicadores.

Si bien, como hemos dicho antes, la democracia está tocada pero no parece peligrar, al menos en la Unión Europea, la tendencia es que ésta está deteriorandose de forma progresiva aunque la sensación no sea esa precisamente. Los datos del informe de la EIU apenas reflejan una variación negativa en el factor procesos electorales y pluralidad, prácticamente votamos todos los años para algo y el sufragio es universal, pero no se puede decir lo mismo en el factor libertades civiles. Pero esto será tema para otra entrada.